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¿Por qué los niños se cansan? Entendiendo la fatiga infantil desde el cerebro

Seguro que has escuchado el típico “Estoy cansado” después de caminar una corta distancia… Esto puede desconcertar a los adultos, quienes muchas veces subestiman el esfuerzo que los niños requieren para realizar una actividad, en teoría más sencilla que muchos juegos suyos. ¿Por qué se cansan tan rápido? La respuesta no es tan simple y se encuentra en la complejidad del cerebro infantil y su desarrollo. Veamos las razones por las que los niños experimentan fatiga desde un punto de vista neurológico, explicando cómo los procesos cerebrales afectan su energía y capacidad de resistencia.

Desarrollo físico y cerebral de los niños

Durante la infancia, el cerebro y el cuerpo están en constante desarrollo. Aunque los niños tienen más energía que los adultos en términos de actividad física, su cerebro consume mucha más energía en comparación con el de los adultos. El cerebro de un niño en edad preescolar puede consumir hasta la mitad de toda la energía que el cuerpo utiliza. Esto significa que una gran parte de la energía que los niños obtienen de los alimentos se destina al crecimiento y desarrollo cerebral. Este factor es clave para comprender por qué los niños parecen cansarse más rápidamente cuando se enfrentan a actividades físicas como caminar.

En resumen, el cerebro de un niño está en constante ebullición!

El cerebro infantil y la percepción del esfuerzo

El cerebro de los niños se encuentra en un estado continuo de aprendizaje y adaptación. Esto afecta cómo perciben las actividades físicas y cuánto esfuerzo sienten que están realizando. La corteza prefrontal, responsable de las funciones ejecutivas como la planificación, la toma de decisiones y la autorregulación, todavía está en desarrollo durante la infancia. Como resultado, los niños tienen una capacidad limitada para gestionar su esfuerzo y energía de manera eficiente.

Por ejemplo, cuando un niño camina, su cerebro no solo está procesando el movimiento de las piernas, sino también ajustando su equilibrio, su coordinación, su orientación espacial y prestando atención a su entorno. Esta complejidad aumenta la demanda de energía cerebral y puede contribuir a que el niño perciba el esfuerzo físico como más intenso y, por ende, se canse más rápido.

Se cansan, no te engañan

Aunque la explicación neurológica es central, no podemos pasar por alto el componente físico. Los niños tienen músculos menos desarrollados en comparación con los adultos, lo que significa que requieren más esfuerzo para realizar movimientos simples. El gasto energético durante actividades como caminar o correr es relativamente mayor para un niño que para un adulto. Los músculos infantiles tienen una menor capacidad para almacenar glucógeno, una forma de energía que se utiliza durante el ejercicio físico. Por lo tanto, se agotan más rápido y sienten la necesidad de descansar con mayor frecuencia.

Y quizás el concepto más importante de este apartado: el niño necesita entrenamiento. Si de ordinario no hace ninguna actividad física no se le puede exigir el fin de semana una caminata. Hay que acostumbrar a los peques a moverse y desplazarse por sí mismos ¡Es parte de su desarrollo!

La relación entre la atención y la fatiga

Otro aspecto importante a considerar es la atención. La capacidad de un niño para concentrarse en una actividad, como caminar largas distancias, está relacionada directamente con su desarrollo cerebral. La fatiga física puede estar relacionada con la fatiga mental, ya que el cerebro del niño está constantemente procesando nueva información y tratando de comprender su entorno. Y claro, se cansan.

Durante el proceso de caminar, los niños se distraen fácilmente con elementos de su entorno, lo que significa que su cerebro está trabajando constantemente para procesar estímulos adicionales además de la actividad física. Esta multitarea cerebral puede hacer que se sientan agotados más rápidamente en comparación con un adulto que puede enfocar su atención y energía de manera más eficiente. Su mente a veces es como una lavadora centrifugando.

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El papel de la motivación y las emociones

El cerebro de los niños también procesa las emociones de manera diferente. Si bien los adultos pueden empujarse a seguir adelante por un objetivo o motivación concreta, los niños tienden a experimentar fatiga si no encuentran interés o diversión en la actividad. La motivación juega un papel importante en la percepción del esfuerzo físico. El cerebro infantil es muy sensible a las emociones; si un niño no está disfrutando la caminata, es probable que su cerebro le envíe señales de fatiga más rápidamente, lo que lleva al clásico “Estoy cansado” que los padres escuchan a menudo. Se cansan física y mentalmente, y ambas dimensiones se retroalimentan.

Vale, se cansan ¿qué podemos hacer?

Para ayudar a los niños a gestionar su energía y mejorar su resistencia, es importante enfocarse tanto en su desarrollo físico como cerebral. Algunas estrategias incluyen:

• Incorporar descansos frecuentes: Permitir que los niños tomen descansos frecuentes durante actividades físicas ayuda a prevenir la sobrecarga física y mental.

Hacer la actividad divertida: Convertir una caminata en un juego o aventura puede aumentar la motivación y disminuir la percepción del esfuerzo.

• Fomentar la actividad física regular: El ejercicio regular fortalece los músculos y mejora la capacidad aeróbica, lo que con el tiempo puede reducir la fatiga.

• Estimular la concentración y la atención: Juegos que requieran enfoque y concentración pueden ayudar a desarrollar la capacidad del niño para gestionar su energía mental.

Se cansan, es inevitable

Los niños se cansan al andar no solo por razones físicas, sino también debido al funcionamiento y desarrollo de su cerebro. Su cerebro, que consume grandes cantidades de energía durante los primeros años, está en constante desarrollo, lo que afecta cómo perciben el esfuerzo físico y mental. Además, su menor capacidad muscular y su alta sensibilidad a la atención y motivación contribuyen a esta fatiga. Entender estos factores puede ayudar a los padres y cuidadores a abordar la fatiga infantil de manera más comprensiva y a fomentar hábitos saludables para mejorar la resistencia física y mental en los niños.

Los adultos, si comprendemos todo esto, podemos exigir esfuerzos más adecuados y podemos modificar las situaciones para que sean más atractivas para su cerebro.

Un factor fundamental, es que cuando caminan con más niños, al ir jugando, notan menos el cansancio. Esto lo hemos comprobado muchas veces durante nuestras rutas! Cuantos padres han arrastrado un carro vacío que pensaban que iban a necesitar… pero su hijo al estar con otros no lo pidió!

Referencias

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